Sabemos que el Síndrome de Tourette (ST) es un trastorno neuropsiquiátrico complejo que se manifiesta principalmente a través de tics motores y vocales. Aunque a menudo se reconoce por estos síntomas visibles, el ST abarca una serie de características neurocognitivas, emocionales y sociales que impactan significativamente la vida de quienes lo padecen. Conocer y comprender estas características es crucial no solo para los profesionales de la salud, sino también para las familias, educadores y la sociedad en general. Este conocimiento permite brindar un apoyo adecuado, desarrollar estrategias de intervención efectivas y reducir el estigma asociado al síndrome.
¿Qué es el Síndrome de Tourette?
El ST es un trastorno que se caracteriza por la presencia de tics motores y vocales que varían en intensidad y frecuencia. Estos tics suelen aparecer en la infancia y tienden a alcanzar su mayor intensidad durante la preadolescencia. Aunque la causa exacta no se conoce, existe un componente genético significativo, y el trastorno se considera multifactorial, influenciado por factores ambientales, neurobiológicos y psicológicos.
Características Neurocognitivas
Las personas con ST a menudo presentan dificultades en funciones ejecutivas como la planificación, el control de impulsos y la flexibilidad cognitiva. También pueden experimentar problemas de atención, comúnmente asociados con el Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), y déficits en la memoria de trabajo. Además, es común la hipersensibilidad a estímulos sensoriales, lo que puede exacerbar la presencia de tics.
Trastornos Asociados
El ST rara vez ocurre de manera aislada. Es común la coexistencia con otros trastornos, siendo el TDAH y el Trastorno Obsesivo-Compulsivo (TOC) los más frecuentes. La ansiedad y la depresión son también comunes en personas con ST, y pueden contribuir a un empeoramiento de los tics. Además, algunos casos pueden presentar co-ocurrencia con Trastornos del Espectro Autista (TEA) y dificultades en el aprendizaje, especialmente cuando hay disfunción ejecutiva.
Características Emocionales
El manejo emocional en personas con ST puede ser particularmente desafiante. Es común observar labilidad emocional, donde los cambios de humor son rápidos e intensos. La desregulación emocional puede manifestarse en dificultades para manejar la frustración y la ansiedad, lo que afecta negativamente la autoestima, especialmente cuando los tics son percibidos como incontrolables o estigmatizantes. Sin embargo, muchas personas con ST desarrollan una notable resiliencia emocional para afrontar los desafíos diarios.
Características Sociales
El impacto social del ST es significativo. Las personas que padecen el síndrome a menudo enfrentan estigmatización y malentendidos debido a la naturaleza visible de los tics. Esto puede llevar al aislamiento social, dificultades en las relaciones interpersonales y un riesgo elevado de acoso escolar. Sin embargo, un entorno de apoyo fuerte, que fomente la comprensión y la inclusión, es crucial para un desarrollo social y emocional saludable.
Características de los Tics
Los tics en el ST pueden ser motores o vocales, y varían desde movimientos simples como parpadeos hasta secuencias más complejas de gestos o palabras. Es común que las personas experimenten sensaciones premonitorias antes de un tic, lo que genera una necesidad de realizar el movimiento o sonido para aliviar esa sensación. La severidad y frecuencia de los tics pueden fluctuar, y son a menudo influenciadas por factores contextuales y emocionales.
Tourette y Disfunción Ejecutiva
La disfunción ejecutiva en el ST se manifiesta en dificultades para planificar a largo plazo, controlar impulsos y adaptarse a cambios. Estos desafíos pueden complicar la vida diaria y afectar el rendimiento académico y laboral. Las personas con ST pueden tener problemas para tomar decisiones rápidas, especialmente en situaciones de alta presión.
Pautas de Crianza
Criar a un niño con ST requiere una comprensión profunda de las necesidades emocionales y comportamentales del niño. Es esencial que los padres ofrezcan empatía y eviten corregir o castigar los tics, ya que estos no son voluntarios. Crear un ambiente de apoyo que minimice el estrés y fomente la comunicación abierta es crucial. Además, es importante establecer rutinas predecibles y colaborar con el entorno escolar para garantizar que el niño reciba el apoyo necesario para prosperar.
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