Los niños de hoy en día están sometidos a una gran presión y orientación hacia los resultados en diferentes aspectos de sus vidas. Ya sea en el ámbito académico, deportivo o incluso social, los niños se encuentran constantemente buscando alcanzar metas y objetivos previamente establecidos. Esta mentalidad de logro constante puede tener consecuencias negativas en su bienestar y felicidad, ya que se sienten abrumados por la presión y el estrés de tener que cumplir siempre con las expectativas y estándares impuestos por la sociedad.

Desde una edad temprana, los niños son enseñados a competir y destacarse por encima de los demás. Son bombardeados con mensajes que les dicen constantemente que deben ser los mejores en todo lo que hacen, ya sea en los estudios, en los deportes o en cualquier otra actividad en la que participen. Esta mentalidad de competitividad los empuja a fijar su atención única y exclusivamente en los resultados finales, en la obtención de premios y reconocimientos, sin tener en cuenta el proceso y el disfrute de cada actividad.

Esta preocupación desenfrenada por los resultados puede generar un sufrimiento innecesario en los niños. Se sienten angustiados y ansiosos constantemente, siempre preocupados por si cumplirán o no con las expectativas de los demás. El miedo al fracaso se apodera de ellos, generando un estrés constante que puede afectar negativamente su salud física y emocional.

Es importante que aprendan a desconectarse de esta mentalidad orientada hacia los resultados y aprendan a vivir en el presente. Cuando los niños se preocupan más por el proceso en sí y no tanto por el resultado final, pueden experimentar una disminución en su sufrimiento. Al enfocarse en el ahora, se permiten disfrutar de cada actividad sin la constante presión de tener que alcanzar un resultado determinado.

Para lograr esto, es fundamental que los padres, educadores y la sociedad en general promuevan un enfoque más equilibrado y saludable hacia el desarrollo. En lugar de solo valorar los resultados y reconocimientos externos, se debe enfatizar la importancia del esfuerzo, del aprendizaje y del crecimiento personal. Los niños deben entender que el proceso de aprendizaje es igualmente valioso y enriquecedor, independientemente del resultado final.

Además, es esencial fomentar un entorno en el que se sientan seguros y apoyados para explorar diferentes actividades, sin sentir la constante presión de tener que destacar en todas ellas. Darles la oportunidad de probar cosas nuevas, sin preocuparse tanto por el resultado, les permitirá descubrir sus verdaderas pasiones y desarrollar una mentalidad más orientada hacia la mejora personal y no únicamente hacia el éxito externo.

Asimismo, es importante que los adultos sean conscientes de cómo se comunican con los niños. Es fundamental evitar enfatizar constantemente los resultados o hacer comparaciones entre ellos y otros niños. En su lugar, es importante celebrar el esfuerzo y el progreso individual de cada niño, fomentando su autoestima y confianza en sí mismos.

Aunque no sean demandas verbales, estos valores pueden transmitirse de forma no verbal a través de lo que notamos, alabamos, reprendemos o nos desanima de tu hijo. Pero la noción de que ser el mejor y tener más trae felicidad es una ilusión.

  Cuando los padres invierten demasiado en el rendimiento, es menos probable que los niños desarrollen su propia motivación, más sostenible. La preocupación excesiva por el éxito de tu hijo también puede llevar a involucrarte demasiado y ser intrusivo en áreas donde tu hijo , especialmente si es adolescente, debería tomar sus propias decisiones.

Cómo alejarnos de este lugar saludablemente:

Aliéntalo a tomar sus propias decisiones mientras y a pensar en las consecuencias de las diferentes decisiones.

Establece límites en las actividades potencialmente peligrosas

Muestra interés por lo que hace feliz o triste,

Observa y acepta que tu hijo es diferente de tí

Evita ser reactivo a sus emociones: “no sientas esto, está mal sentir así” , En su lugar, puedes empatizar, comprender y ayudarle a encontrar las soluciones a sus conflictos.

No uses la vergûenza o el castigo ante el fracaso percibido, ni uses dinero o recompensas excesivas como motivador para obtener buenas calificaciones .

No des lecciones o repitas mil veces las mismas cosas (tu hijo se sienten sofocados y desconectados)

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