Superación de la ansiedad por desempleo en tiempos de post-cuarentena
Estar en situación de desempleo en épocas de bajas tasas de desocupación, provocaba un estado de ansiedad e inquietud que podía durar entre 15 días y 3 meses, según la rapidez con que el demandante de empleo se moviera y sus exigencias a la hora de “elegir” el puesto, si que se adecuaba a su perfil y pretensiones económicas. Puede alargarse si la persona demandante se encuentra en riesgo de exclusión (edad avanzada, falta de estudios, problemas de salud, discapacidades funcionales, etc.).
Hoy en día, a cuatro años de una cuarentena que sumió a la economía mundial en una crisis sin precedentes, nos encontramos con un mundo laboral nuevo, la situación es totalmente distinta. Muchos empleos no tienen las características que tenían antes. La incertidumbre y el desempleo potencian los problemas psicológicos en la persona desempleada de larga duración tales como:
La pérdida de la organización del tiempo, ya que el trabajo organiza nuestro tiempo cotidiano. El tiempo organizado es la base para poder generar hábitos y rutinas.
- La pérdida de un espacio donde se comparten experiencias de vida, fuera del contexto familiar, que permite desarrollar y enriquecer la mirada personal en diferentes situaciones vitales.
- La pérdida de un estatus social, dado que la persona excluida de ciertas actividades a las que pueden acceder económicamente activas.
- La dificultad o imposibilidad de construir y llevar a cabo proyectos que le permitan desarrollarse económica, social, cultural y profesionalmente.
La persona que vive bajo estas circunstancias por un período más prolongado de que anteriormente estaba “social y personalmente tolerable”, comienza a presentar una serie de síntomas a nivel psicológicos entre los cuales encontramos:
- El no ser seleccionado, el golpear puertas que no se abren, provoca una pérdida de la autoestima, en parte consecuencia de sentirse en situación de exclusión, de “no admitido” a nivel social. Esta pérdida de autoestima se puede manifestar en un aumento de la agresividad (sobre todo en los adolescentes) y puede llevar también a un estado de depresión, facilitado por la pasividad.
- La pérdida de la autoestima alimenta sentimientos de vergüenza de sí mismo ante amigos y familiares y culpabilidad por la situación que están viviendo.
- También la ansiedad provocada por esta inestabilidad, tanto externa como interna, pasa su factura al organismo que manifiesta estos sentimientos en forma trastornos fisiológicos de diversa índole: dolor de cabeza, insomnio, problemas digestivos, dermatológicos, etc.
A pesar de que la situación es difícil, puede ayudarnos a atravesar esta situación de una forma más llevadera:
– Contar con el apoyo de la familia como sostén no solo económico sino emocional, que puedan reforzar su autoestima: es fundamental reconocer que el apoyo familiar va más allá de la ayuda económica. La familia puede ser un pilar emocional crucial, especialmente en situaciones de desempleo.
El desempleo puede ser una experiencia desafiante, no solo por la incertidumbre financiera que conlleva, sino también por el impacto que puede tener en la autoestima y la identidad personal. En estos momentos, el apoyo emocional de la familia se convierte en un recurso invaluable.
Reforzar la autoestima de una persona desempleada implica ofrecer un espacio seguro donde se sienta valorada más allá de su estatus laboral. Esto incluye:
- Validar sus emociones: Reconocer y aceptar sus sentimientos sin juicio.
- Fomentar la resiliencia: Ayudar a la persona a adaptarse a los cambios y a superar los obstáculos.
- Promover la autonomía: Animar a la persona a tomar iniciativas y a buscar nuevas oportunidades.
- Reconocer sus logros: Celebrar las pequeñas victorias y el esfuerzo, independientemente de los resultados.
– Trabajar internamente la motivación para no caer en la pasividad que es el comienzo de un espiral descendente: Para trabajar la motivación interna, se pueden adoptar las siguientes estrategias:
- Establecer metas personales: Ayudar a la persona a definir objetivos claros y alcanzables que sean significativos para ella.
- Desarrollar un plan de acción: Crear un plan paso a paso para alcanzar esas metas, lo que puede aumentar la sensación de control y propósito.
- Celebrar los pequeños logros: Reconocer y valorar cada avance, por pequeño que sea, para mantener la motivación.
- Reflexionar sobre los intereses y pasiones: Animar a la persona a explorar y reencontrarse con actividades que le generen satisfacción y alegría.
- Fomentar la autocompasión: Enseñar a la persona a ser amable consigo misma, especialmente en momentos de dificultad o fracaso.
Al trabajar la motivación desde un enfoque interno, se promueve la iniciativa personal y se combate la tendencia a la inactividad, lo que puede ayudar a prevenir el riesgo de entrar en una espiral descendente de desánimo y desmotivación.
– Potenciar las habilidades de búsqueda activa de empleo y reformulación de su perfil profesional
Son pasos esenciales para mejorar las oportunidades de una persona desempleada. Como psicóloga el trabajo con un paciente en esta situación se enfocaría en:
- Autoevaluación de habilidades y competencias: Guiar a la persona a identificar sus fortalezas y áreas de mejora.
- Actualización y adaptación del CV: Asesorar en la creación de un currículum que refleje con precisión sus habilidades y experiencias relevantes.
- Entrenamiento en técnicas de entrevista: Preparar a la persona con estrategias para presentarse de manera efectiva en entrevistas de trabajo.
- Uso de redes profesionales: Incentivar la utilización de plataformas como LinkedIn para ampliar su red de contactos.
- Desarrollo de una marca personal: Ayudar a la persona a construir y comunicar una imagen profesional coherente y atractiva.
Al potenciar estas habilidades, se incrementa la confianza de la persona desempleada en su capacidad para encontrar un nuevo empleo y se facilita su reintegración al mercado laboral.
– Reorganizar el tiempo libre de manera que se transforme en un tiempo enriquecedor
Es beneficioso para la persona ayudarla a encontrar valor y propósito en las actividades diarias, más allá de la búsqueda de empleo. Esto puede incluir:
- Establecer una rutina: Crear un horario que equilibre la búsqueda de empleo con actividades personales.
- Aprender nuevas habilidades: Aprovechar el tiempo para tomar cursos o talleres que puedan mejorar la empleabilidad.
- Cuidado personal: Incentivar la práctica de actividades que promuevan la salud física y mental, como el ejercicio o la meditación.
- Voluntariado: Participar en actividades de voluntariado puede proporcionar un sentido de propósito y conexión comunitaria.
- Hobbies y pasatiempos: Fomentar la dedicación a pasatiempos que generen satisfacción y alegría.
Al reorganizar el tiempo libre de esta manera, se ayuda a las personas desempleadas a mantener una perspectiva positiva y a sentirse productivas, lo que puede tener un impacto beneficioso en su bienestar general y en su búsqueda de empleo.
Si sientes que la situación de paro está trayéndote problemas en tu bienestar emocional, una orientación psicológica no conseguirá trabajo por ti, pero puede ayudarte a vivir este período como un tiempo de fortalecimiento interno que influirá sin lugar a dudas en encontrar la salida.