Una dinámica familiar que agudiza y cronifica los diagnósticos.

El diagnóstico en salud mental es una herramienta esencial para comprender y tratar los problemas emocionales y de comportamiento en los niños. Sin embargo, existe un riesgo muy real de que el diagnóstico se convierta en una etiqueta que “se trague” al niño diagnosticado*.

Ocurre que el camino hacia el diagnóstico transcurre de manera lenta. Muchas veces, requieren pruebas de todo tipo, antes de determinar que el origen está en una alteración del neurodesarrollo, o en un problema emocional. Este camino, por lo tanto, se transita plagado de miedos, incertidumbres, no sólo en los padres, sino también en los niños, Rabia, distracción, dificultad para relacionarse, miedos, dificultad para aprender, excesiva inquietud motora, tics, estereotipias, no sólo son síntomas muy difíciles de entender, sino también de integrar saludablemente en lo cotidiano. Toneladas de paciencia, frustración porque la crianza no fluye como quisiéramos.

La dificultad por llegar a poner nombre a lo que no comprenden, lleva a la mirada de los padres y del niño a enquistarse en los síntomas. ¿por qué se agobia? ¿por qué no controla su comportamiento? ¿por qué le cuesta relacionarse? ¡Mira: ya ha hecho esa manía otra vez! Sin contar el paso por falsos gurús, o por diagnósticos erróneos.

Y así, el diagnóstico llega, muchas veces, en un espacio emocional donde encuentra a las familias muy cansadas, confundidas, estresadas. Y el “nombre” de lo que ocurre, comienza a ser una lupa que hace más visible y comprensible el comportamiento. La lupa da nitidez, racionalidad, a pesar de ser dolorosa. Gracias a la lupa “puedo tener ahora una explicación de lo que ocurre con mi hijo/hija”. Esta es la parte positiva de tener ,por fin, un nombre, y esto no es un problema, sino un gran alivio. El problema es cuando esta lupa se convierte en la única mirada posible hacia el niño. El niño “queda perdido”, la identidad del infante queda deformada como la imagen de las lupas, entre tantos estudios, visitas a pediatra, psicólogos, psiquiatras, neuropediatra, psicopedagoga, logopeda… y pasa a ser “el niño con T” de trastorno.

La sobreidentificación con el diagnóstico, entonces, suele ocurrir cuando el impacto del proceso diagnóstico y el abordaje terapéutico no puede ser entendido como un medio para ayudar a ese hijo en el camino de la autonomia. Es visto como punto de llegada desde donde se mira toda la realidad. Por determinados motivos, que en cada familia son únicos, estos eventos quedaron enquistados, casi o definitivamente, como un hecho traumático. Las conductas, las emociones son identificadas y reducidas, casi su totalidad, como una manifestación de su condición o trastorno (llámese este trastornos TDAH, Tics, Ansiedad, Fobias, dislexia, etc).

Se trata de un aspecto a trabajar, tan importante como los síntomas mismos. Una sobreidentificación puede incluso, boicotear la evolución de la psicoterapia. Porque la causa se ha transformado en consecuencia. Si no trabajamos activamente con un niño con Tdah sus procesos atencionales, porque “él no puede” porque tiene Tdah, entonces agudizaremos su inatención. Si con un adolescente, no trabajamos activamente en su ansiedad y en los procesos que lo originaron, ese joven estará siempre en contextos generadores de ansiedad.

Este diagnóstico llega en una familia con una realidad única. Como todas, sus miembros tienen una historia personal en relación a la salud, que se entrelaza e interactúa con la constancia, con la frustración. Las palabras condición, tratamientos trastornos, médicos, salud, enfermedad, tienen una resonancia en el interior de cada ser humano, de cada padre, de cada madre, de cada miembro de familia. Esta resonancia dará un tono especial a esta realidad, acompañándola, ayudando a afrontarla o a enfrentarla, aceptándola o repitiéndola, como cuando nuestro cuerpo repite lo que no puede digerir.

El niño T

En ese contexto surge el niño T, que puede sentirse esTigmatizado y eTiquetado. Puede percibirse a sí mismo como un conjunto de síntomas en lugar de percibirse como un individuo valioso, querido y único. Si, además, las personas afectivamente significativas (familia, amigos, maestros) adoptan una forma “especial” de tratarlo, su autoestima, su autonomía y su sentido de identidad comienzan a verse en peligro.

Se produce ,de esta manera, una “sobreidentificación” con el diagnóstico. El niño con un nombre de trastorno específico comienza a ver su comportamiento en términos de ese trastorno y a identificarse con él. “Soy Tdah “, “Soy Tourette” “Soy autista” . Comienza a utilizar el diagnóstico como excusa para no iniciar un cambio. Los padres suelen acusar al niño de estar manipulando con el diagnostico: “No me riñas porque tengo ansiedad”. “No voy a hacer esto porque tengo Toc,..etc” En realidad, es posible que se trate de un discurso escuchado y reproducido. Esta sobreidentificación dificulta al niño en el camino de mejorar su condición, ya que se siente atrapado en su papel de “niño con trastorno X”

El diagnóstico no aceptado, no procesado adecuadamente, lleva a los padres y al entorno cercano a una atención centrada en los síntomas, en lugar de en las causas subyacentes. Un adolescente diagnosticado con ansiedad, por ejemplo, puede recibir tratamiento farmacológico para reducir los síntomas de ansiedad, pero si no se abordan las causas subyacentes de la ansiedad, el problema persistirá o incluso empeorará a largo plazo.

Las condiciones del neurodesarrollo, como Tdah, Tourette, Toc infantil, Tea, si bien tienen una base neurobiológica hereditaria, quienes presentan esta condición también tienen una historia personal, familiar, social que los determina y que pueden alterar, agudizar, o calmar la sintomatologia. Explorar la individualidad de cada niño, más allá del diagnóstico y del síntoma, es fundamental para no dejar que “el diagnóstico se trague al niño”

¿Cómo podemos evitar que el diagnóstico psicológico “se trague” al niño/ joven diagnosticado?

-Recuerda que el diagnóstico no define al niño, no es una etiqueta. Es importante ver al niño como una persona valiosa y única, no como un conjunto de síntomas o un trastorno. El diagnóstico es un nombre que nos permite comprender ciertos comportamientos y estados emocionales. Nos permite encontrar soluciones a los mismos, o caminos para aminorar la sintomatología.

-Ten en cuenta las causas subyacentes de la condición o trastorno, en lugar de simplemente, tratar los síntomas. Esto puede requerir una evaluación más completa del niño, de su historia y su entorno, así como un tratamiento más integral que aborde tanto los síntomas como las causas subyacentes.

– Comparte con tu hijo el nombre de lo que le pasa, el diagnóstico, siempre que lo consideres necesario. Recuerda que no “es ansioso”, sino que “tiene ansiedad”, porque ella/él tienen nombre, Tiene Tdah, no es un Tdah. Tiene Tourette, no es Tourette. Su nombre tiene una historia, fue acuñado con cariño por ti. El tener, siempre da la posibilidad al carácter transitorio del complemento. Sabemos que los trastornos del neurodesarrollo duran toda la vida, pero también es cierto que tienden a mejorar con el crecimiento. Dejemos que cuando sean adultos elijan por ellos mismos cómo quieren definirse.

-Explica el diagnóstico desde el marco de la neurodiversidad, donde todos somos diferentes, a veces tenemos la posibilidad de poner un nombre. Otras veces, no podemos. Nadie, afortunadamente, es perfecto. No existe la perfección.

-Ayúdale a desarrollar habilidades para manejar sus emociones y comportamientos de manera efectiva. Esto puede incluir habilidades como la resolución de conflictos, la comunicación efectiva y la gestión del estrés.

-También es esencial que podamos ayudar a desarrollar sus talentos, sus habilidades. Todos las personas las tienen, Tu hijo no es la excepción. Si no los has encontrado aún, puede que estés centrándote solo en sus dificultades, o que tengas un ideal de perfección que nunca podrá alcanzar.

-Recuerda que tus comentarios son dadores de identidad. Si todos los días hablas de su condición con otros, y no hablas de él desde otros aspectos, tu hijo se identificará con tus palabras. “solo soy nombrado desde el diagnóstico” . Tan perjudicial es “no hablar del diagnóstico” y convertirlo en “tabú” , como inundar el discurso diario con referencias a su diagnóstico. Comentarios a terceros, tales como “mi hijo no puede controlarse porque tiene es X trastorno”, lo coloca en un lugar estático, de petrificación, que no da lugar al cambio.

-Recuerda que antes del diagnóstico era un niño también con deseos, caprichitos, potencialidades, preferencias. Sois vosotros en tanto padres y faros de nuestro niño, quienes le devolverán esa identidad perdida. Mírale a los ojos con amor, y lo reencontrarás.

Los psicólogos sanitarios de niños, que emitimos hipótesis diagnósticas con frecuencia, tenemos un rol importante a la hora de prevenir esta situación. Por eso, en terapia, personalmente, me encanta “escuchar” a los niños, activamente, rescatando sus palabras, sus pensamientos, sus sentimientos, la forma única de posicionarse, no solo ante el síntoma, sino ante la vida. Trabajamos para aprender a gestionar los síntomas que nos traen a terapia, si es necesario hablamos de su diagnóstico, pero también nos gusta hablar de sus potencialidades, sus gustos, u otras dificultades que parecen que no estan relacionadas directamente con su condición, pero que nos hablan de él/ella, como un ser que importa, que es único, que es valioso. Porque su opinión, su mirada cuenta. Y cuenta mucho, porque es “válido” y así es “validado” como persona.

*Gracias Sandra Puertas, gran colega, colaboradora de Acovastta, por compartir la metáfora de “el diagnóstico que se traga al niño” que inspiró este artículo.

7 comentarios en «La sobreidentificación con el diagnóstico mental en los niños.»

  1. Excelente. Yo no soy experta en psicología ni mucho menos. Sólo TENGO Síndrome de Tourette. Y llevo un tiempo sintiendo exactamente eso, que muchas veces se pone la atención sólo en eso olvidando cualquier otra cualidad que tenemos. A veces como justificante de cosas que no corresponden.
    Realmente me encanta la metáfora EL DÍAGNÓSTICO QUE SE COMIÓ AL NIÑO ( O A QUIEN LO POSEE agregaría yo)

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    • Los adultos con ST son mis grandes maestros y tu opinión es muy importante para mí. Gracias por compartir tus reflexiones. Un abrazo!

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  2. Maravilloso artículo,Roxana!
    Me ha hecho darme cuenta de muchas cosas,que parecen insignificantes y no lo son. Y he comprado como mi hijo,para el sistema educativo es solo un diagnóstico y un problema que no quieren tener en sus aulas.
    Gracias por hacerme reflexionar.
    Un beso enorme y gracias por existir!

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