Los límites saludables en una relación afectiva

Los límites en una relación no son barreras que separan, sino puentes que conectan desde el respeto y el amor. Sin ellos, el amor se puede desdibujar en dinámicas que terminan desgastando la conexión, dejando espacio para la frustración, el resentimiento y el dolor.

Quiero compartir la historia de Natalia, una paciente que llegó a terapia porque sentía que había perdido el control de su vida emocional. En sus propias palabras, “No sé dónde estoy en mi relación. Siento que todo lo que hago es para que él esté bien, pero yo cada vez estoy más agotada”.


Cuando conocí a Natalia, su mirada estaba cargada de cansancio. Me relató que su pareja tomaba la mayoría de las decisiones: desde dónde pasarían las vacaciones hasta cómo gestionar el dinero. Ella lo justificaba diciendo que “es más práctico así” o “no quiero discutir”, pero detrás de esas frases se escondía un miedo profundo: temía que si empezaba a poner límites, él la dejaría.

Exploramos sus emociones. Natalia sentía rabia acumulada por ceder siempre, pero también culpa por querer priorizarse. Tenía la creencia de que poner límites era egoísta y que, de alguna forma, eso significaría que no lo amaba lo suficiente.

Le expliqué que los límites no son un acto de separación, sino de conexión: le permiten a cada miembro de la pareja ser auténtico y sentirse respetado. Fue ahí cuando se dio cuenta de que había olvidado quién era en la relación.


En las siguientes sesiones, trabajamos en identificar las emociones que surgían cuando no respetaba sus propios límites. “Me siento frustrada porque hago cosas que no quiero hacer”, decía. Reflexionamos sobre cómo esa frustración no solo afectaba su relación, sino también su autoestima y su salud emocional.

Natalia comenzó a reconocer patrones: evitaba decir “no” por miedo al conflicto, sentía que debía justificar cada decisión, y muchas veces ignoraba su intuición para mantener la paz. Le expliqué que estas conductas eran señales de límites débiles, y que fortalecerlos no significaba alejarse de su pareja, sino proteger lo más importante: la relación y su bienestar.


Un punto clave llegó cuando Natalia decidió, por primera vez, expresar algo que le molestaba. Me contó que su pareja solía organizar salidas sin consultarle, y ella siempre se adaptaba aunque no quisiera ir. Trabajamos en una comunicación asertiva: ser clara, respetuosa y breve. Practicamos cómo podría decir: “Prefiero no salir este fin de semana, necesito descansar”.

Cuando lo hizo, me compartió en la siguiente sesión que había sido muy difícil, pero que su pareja reaccionó mejor de lo que esperaba. Se sorprendió al darse cuenta de que su temor al conflicto era mayor que la realidad misma.

Y es que “los límites no son para controlar a los demás; son para establecer cómo vas a permitir que te traten.”, dice Henry Cloud,


A medida que Natalia comenzó a establecer límites, también surgieron desafíos. Hubo momentos en los que su pareja reaccionó con incomodidad, y eso la llevó a cuestionarse. “¿Estaré siendo demasiado dura?”, me preguntó. La ayudé a replantear esa duda: ¿era realmente dureza, o estaba aprendiendo a cuidarse?

En este proceso, Natalia descubrió algo esencial: poner límites no es solo decir “no”, sino también abrirse a conversaciones honestas sobre lo que ambos necesitan. Cuando expresó su deseo de organizar las decisiones en pareja, encontró que su relación empezó a mejorar. Había menos resentimiento y más espacio para la conexión genuina.

El amor, en su esencia, es un equilibrio delicado, sosteniendo la integridad de nuestro ser mientras nos conectamos profundamente con los demás. Es un acto de valentía, una danza entre el yo y el tú.


La historia de Natalia es una que muchas personas pueden reconocer. Establecer límites en una relación puede generar miedos: ¿me rechazarán?, ¿me percibirán como egoísta? Pero la realidad es que los límites son esenciales para construir una relación saludable y duradera.

Ventajas de poner límites:

  • Fomentan el respeto mutuo.
  • Promueven la honestidad y la autenticidad.
  • Protegen el bienestar emocional.
  • Crean un espacio para la conexión real, sin resentimientos acumulados.

Miedos comunes al establecerlos:

  • Temor a perder a la pareja.
  • Creencias erróneas de que los límites son egoístas o dañan la relación.
  • Miedo al conflicto o a cambiar la dinámica de la relación.

Los límites son un acto de amor: amor hacia ti mismo y hacia la relación. Como decía Erich Fromm, el amor maduro no se basa en la dependencia ciega, sino en la capacidad de ser auténticos juntos, desde el respeto mutuo.

¿Y tú? ¿Qué límites estás dispuesto a establecer para cuidar de ti y de tu relación?

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