El neuromito del hemisferio dominante

En el campo de la neurociencia, durante mucho tiempo se ha mantenido la creencia popular de que al estar el cerebro humano dividido en dos hemisferios, el izquierdo y el derecho, cada uno tiene funciones claramente diferenciadas. Esta percepción ha llevado al surgimiento de varios mitos acerca de la dominancia de uno de los hemisferios sobre el otro. Sin embargo, la evidencia científica actual desafía esta noción, demostrando que es un mito perpetuado por el reduccionismo del complejo funcionamiento del cerebro humano.

El concepto de la dominancia de un hemisferio cerebral sobre el otro se popularizó gracias a los estudios del neurocientífico Roger Wolcott Sperry, quien en la década de 1960 realizó investigaciones con pacientes sometidos a cirugía de desconexión del cuerpo calloso, una estructura que conecta ambos hemisferios. Sperry descubrió que ciertas capacidades, como el lenguaje, se encontraban más centralizadas en uno de los hemisferios, lo que le llevó a postular la teoría de la dominancia hemisférica. Sin embargo, estos hallazgos fueron interpretados de forma simplista y exagerada por los medios de comunicación, creando una visión distorsionada de la realidad.

En realidad, el cerebro humano es un órgano altamente complejo, y las funciones cognitivas y perceptuales son el resultado de la interacción de ambos hemisferios en lugar de ser atribuidas de forma exclusiva a uno de ellos. Investigaciones posteriores han demostrado que las conexiones entre ambos hemisferios son fundamentales para el funcionamiento normal del cerebro, y que la especialización hemisférica es mucho más flexible y dinámica de lo que se creía anteriormente.

Por ejemplo, se ha demostrado que el lenguaje, considerado tradicionalmente como una habilidad dominante del hemisferio izquierdo, en realidad involucra una red de áreas distribuidas en ambos hemisferios, trabajando en conjunto de manera coordinada. Estas áreas se comunican a través de conexiones interhemisféricas, permitiendo una integración adecuada para la comprensión y producción del lenguaje. Además, la capacidad de realizar tareas cognitivas complejas, como la resolución de problemas, también involucra la participación de ambos hemisferios, aunque de manera diferencial según las demandas de la tarea.

Asimismo, la investigación ha revelado que existen diferencias individuales en cuanto a la lateralización de ciertas funciones, lo que implica que no todos los individuos presentan una misma organización funcional hemisférica. Estas diferencias pueden ser influenciadas por factores genéticos, ambientales y experienciales, lo que plantea la necesidad de un enfoque más personalizado a la hora de abordar el estudio de las funciones cerebrales.

Por otro lado, es importante destacar que la divulgación mediática y educativa ha contribuido a perpetuar el neuromito del hemisferio dominante, simplificando el funcionamiento cerebral en términos de “hemisferio creativo” versus “hemisferio lógico-matemático”. Esta visión binaria y reduccionista ha llevado a la adopción de diversas estrategias educativas que supuestamente aprovechan la dominancia hemisférica de los estudiantes, como la pedagogía basada en el hemisferio dominante o los estilos de aprendizaje relacionados con la dominancia hemisférica. Sin embargo, estas prácticas carecen de evidencia científica y pueden incluso ser perjudiciales, ya que ignoran la complejidad del funcionamiento cerebral y promueven estereotipos erróneos.

Joseph Hellige, psicólogo de la Universidad del Sur de California, dice que esta creencia cambió con los desarrollos experimentales basados en el escaneo cerebral . Los pruebas de neuroimágen comenzaron a mostrar que ambos lados del cerebro desempeñaban un papel activo en tales procesos. En realidad los hemisferios parecían presentar estilos de procesamiento diferentes. Asi, el lenguaje resultó estar representado en ambos lados del cerebro, en áreas coincidentes de la corteza. Las áreas de la izquierda trataban los aspectos centrales del habla, como la gramática y la producción de palabras, mientras que aspectos como la entonación y el énfasis se reflejaba en mayor actividad del lado derecho. De la misma manera, el cerebro derecho demostró ser bueno para trabajar con un sentido general del espacio, mientras que áreas equivalentes en el cerebro izquierdo se activaron cuando alguien pensó en objetos en ubicaciones particulares.

Asímismo, Hellige sostiene que los investigadores han llegado a ver la distinción entre los dos hemisferios como un estilo sutil de procesamiento, con cada facultad mental compartida en el cerebro, y cada lado contribuyendo de manera complementaria, no exclusiva. Un cerebro inteligente se convirtió en uno que captó simultáneamente tanto el primer plano como el fondo del momento.

Aunque este mito, como hemos visto, ha sido ampliamente desacreditad0 por la investigación neurocientífica, todavía puede observarse los efectos negativos en la educación y la terapia. Algunas de las consecuencias negativas incluyen:

  1. Etiquetado simplista: Creer en la predominancia hemisférica puede llevar a etiquetar a las personas de manera incorrecta según supuestas preferencias cerebrales. Esto puede limitar las oportunidades de aprendizaje al encajar a los individuos en categorías rígidas en lugar de permitir un enfoque más holístico.
  2. Estigmatización: Los estudiantes pueden sentirse estigmatizados si se les asigna un estilo de aprendizaje basado en su supuesta predominancia hemisférica. Esto podría afectar su autoestima y motivación para aprender. “Tú no sirves para arte, porque eres muy reflexivo” “tú vas para arte, así que por eso no se te dan las matemáticas”
  3. Enfoque limitado en estrategias de enseñanza: Los educadores que creen en este neuromito podrían centrarse en estrategias de enseñanza dirigidas a un hemisferio en particular, en lugar de adaptar su enfoque para atender las necesidades individuales y diversos estilos de aprendizaje. “Para desarrollar la inteligencia en matemáticas, no hay que perder tiempo en la enseñanza del arte”.
  4. Desaprovechamiento de potencial: Al asumir que un hemisferio es dominante, se puede pasar por alto el potencial de desarrollo en otras áreas, limitando así la exploración y el crecimiento integral.
  5. Dificultad en la terapia: En terapia, confiar en este neuromito puede llevar a enfoques inapropiados y no efectivos para abordar problemas de aprendizaje o comportamiento.

Algunas Referencias

  1. “Interhemispheric relationships: the neocortical commissures; syndromes of hemisphere disconnection.” (with M. S. Gazzaniga, and J. E. Bogen) In: P. J. Vinken and G.W. Bruyn (Eds.), Handbook Clin. Neurol (Ámsterdam: North-Holland Publishing Co.) 4: 273-290, 1969 Enlace
  2. 5 Common Myths about the Brain . Scientific American. Special Editions 23 (5s): 73. 2015. Enlace
  3. McCrone, J: “Right Brain or Left Brain – Myth Or Reality?” The New Scientist http://www.rbiproduction.co.uk© New Scientist, RBI Limited 2000 Enlace
  4. Heilman, K. M., & Acosta, L. M. (2013). Visual artistic creativity and the brain. Progress in Brain Research, 204, 19-43. https://doi.org/10.1016/B978-0-444-63287-6.00002-6 Enlace

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